miércoles, 29 de junio de 2022

Reflexión higiene femenina



Tras trabajar los contenidos de este módulo y la lectura del artículo propuesto para la tarea final del mismo (Los profesores solicitan productos de higiene femenina en los colegios para combatir la pobreza menstrual), procedo a realizar la reflexión.

Puesto que partimos de la base de que todavía sigue constituyendo una lacra hablar con naturalidad sobre la menstruación, sobre todo en espacios educativos y de socialización, debido a que continuamos tratando este tema como si fuese algo sucio, algo que esconder, algo incorrecto e indigno, partimos pues de la inherente base de que este hecho supone una forma de discriminación hacia todas las mujeres del mundo por el mero hecho de menstruar.

Otro constructo social ligado al género, ligado a la sumisión y a la infravaloración. Por tanto, de manera habitual, aunque puede que no escandalosa, se sigue perpetuando este estereotipo que mina el comportamiento y comprensión del mundo de las mujeres más jóvenes. Limita sus interacciones, aunque también genera aprendizajes y autoaceptación en ellas. Eso, como todo, depende de cómo aprendas y relaciones las situaciones con tus propias emociones y sentimientos.

"El fuego quema", pero hasta que no lo tocas, hasta que no experimentas por ti misma, no eres puramente consciente.

"El tópico de la menstruación sigue siendo una lacra", pero hasta que no te ves en una de estas situaciones de discriminación, no eres puramente consciente, y no tomas decisiones al respecto.

Puede ser, hipotéticamente hablando, que una persona en concreto frente a una situación de estas características (aquellas que aparecen en el imaginario de cualquiera de las lectoras), se empodere y reivindique sus derechos por ser mujer, humana en este mundo. Puede que una situación como esta, ayude a esa persona en concreto a hacer frente a este tipo de situaciones con las que, lamentablemente se va a topar de corrido.

Pero puede ser también, que otra persona en concreto, frente a una situación como la imaginada, se frustre, se sienta insegura, se haga pequeñita y siga perpetuando todos y cada uno de los estereotipos prefijados al concepto de la menstruación y a la realidad que este comporta. Y puede que, esto la haga sentir mal. Y ese malestar se traslade inevitablemente a otras esferas de su autoconcepto, perpetuando todavía más estereotipos intrínsecos, añadiéndolos a su saco de... ¿incomprensión? ¿inestabilidad? ¿falta de aceptación? Llámese como quiera llamarse, afectando directamente a su persona y por lo tanto a su rendimiento e interacción con el mundo que le rodea.

Así que, frente a la pregunta de si creo que la pobreza menstrual pueda afectar al fracaso escolar de las estudiantes, mi respuesta es un rotundo sí. Creo que incluso a aquellas mujeres jóvenes que tienen un estatus económico que les permite acceder a los productos de higiene menstrual sin mucho inconveniente, les puede afectar el tratamiento a nivel social de esta temática. Si además, no perteneces a este estatus, tu lacra se acentúa exponencialmente. ¿Recuerdas el saco de la joven de la hipótesis anterior? Pues ahora puedes imaginarlo con claridad en estos otros casos, a lo mejor ya no es un saco, es un monstruo que no te deja ser tú y menos aún relacionarte con otras personas de tu entorno sanamente.

Todas las mujeres hemos pasado por ese momento en el que los tabúes sobre la menstruación se han hecho visibles y latentes: risas cuando pides permiso para ir al baño, risas ante el mero uso del vocabulario relacionado, trapichear con compañeras y productos de higiene femenina cual camello, algún comentario impertinente del adulto responsable de turno, topicazos relacionados con las actitudes de las mujeres ("menudos humos, ¿estás con la regla?", en todas sus variantes), etc. Manchar la prenda que vistas puede ser el peor momento de tu vida escolar, si las demás personas llegan a enterarse.

Nada nuevo.

A veces no somos capaces de ver este tipo de situaciones con perspectiva. Las naturalizamos desde el inicio, tan metidas estamos en las fauces del patriarcado. Pero existen realidades diversas, situaciones específicas, gestiones emocionales propias, que debemos comprender y atender, si lo que pretendemos es cambiar estas situaciones, romper estos constructos, acabar con estos estereotipos, para poder lograr ser personas y ciudadanas de primera, en libertad, como cualquier otra persona.

Jamás, hasta el momento actual, escuché hablar de estas necesidades, de acceso igual a todos los recursos. Como joven, nunca me cuestioné sobre que debía invertir parte de mis recursos económicos en vivir, de por vida. Simplemente, lo asumí. Nunca fui capaz de comprender otras realidades, puesto que ni siquiera se me plantearon.

Hoy, luchamos por conseguir una igualdad que vaya más allá de la libertad de ser, del cuidado del autoconcepto de las mujeres, luchamos por la igualdad de oportunidades, por la necesidad de cubrir con lo esencial, para poder desarrollarnos en este mundo en igual manera que nuestros compañeros.

Y cada vez, este hecho es más evidente en las jóvenes de nuestros días, y cada vez son más y más tempranas quienes se preguntan, se cuestionan y quieren cambiar estos problema de desigualdad estructural de nuestra sociedad.

Presiento, ojalá no me equivoque, que hemos emprendido el camino correcto, y que la regulación de los precios de mercado, el acceso a estos productos de primera necesidad, la consecución de medidas legales igualitarias, está a la vuelta de la esquina.

Así que, sigamos adelante.

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